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- Conocer el gusto de los alumnos. Debemos averiguar qué les gusta leer, cómo son los libros, de qué tratan. Se puede conseguir mediante cuestionarios o redacciones del tipo: “Si fueses un libro ¿qué tipo de
libro serías, de qué te gustaría hablar? 

· Motivación. Crear intriga. Fragmentos elegidos por los alumnos para leérselos a sus compañeros. 

· Lectura expresiva. Aprender a leer con expresividad fomenta la capacidad de escucha. Aprender a leer.

- Aprender a escuchar. Buenos lectores darán buenos oyentes.



· Teatro leído. Teatro de títeres.


· Oferta amplia. La enorme cantidad de títulos debe ponerse al servicio de los alumnos para que puedan escoger. Novedades (sinopsis), revistas de lectura, recomendaciones de alumnos, listas propias de sinopsis, el folio literario.


· Lectura de clásicos. Con moderación y tiento. Lecturas guiadas. Desterrar las adaptaciones pues la riqueza está en el original.


· Trabajos. Utilizar nuevas estrategias que incluyan las TIC. Plasmar resúmenes en imágenes, investigar, debatir sobre lo que han interpretado y no sobre lo que queremos que interpreten, creación de posters literarios o poemas visuales.

Sobre el último punto querría comentar el tipo de trabajo que vengo desarrollando desde hace dos años y que creo es eficaz. Se compones de cuatro puntos:


· Creación de una portada alternativa.
· Extracción de un fragmento e ilustración del mismo.
· ¿Qué personaje te ha impresionado y por qué?
· Recomendarías este libro a tus amigos. ¿Por qué?

 

Recomiendo encarecidamente que utilicen el ordenador para hacerlo y que lo manden por correo electrónico porque es rápido, ecológico y más cercano a los alumnos. Una vez realizado, debatimos en clase sobre sus conclusiones y argumentamos las interpretaciones de cada uno.

 

Nos parecemos a esos padres que exhiben orgullosos
las “proezas” de sus hijos: “...mi hijo ya anda con sólo ocho meses”. ¡Qué admirable, qué maravilla! Cualquier niño sin problemas físicos terminará andando sin complicaciones. Muchas veces caemos en la tentación de “demostrar” nuestros “triunfos”: “¡¡Mis alumnos de 1º de E.S.O. han leído El Quijote!!” ¿...y...?





Crear un hábito lector será imposible si no fomentamos la autonomía del alumno para elegir obras que se acerquen a sus intereses e inquietudes. Nos falta confianza en los alumnos y sus elecciones. Hay que promover la capacidad para seleccionar sus propias lecturas. El profesor debe actuar de forma sutil para abrir el campo de elección. Lo importante es que lean y a eso deberíamos dedicar nuestros esfuerzos, los matices sobre lo que lean vendrán después.



No ayuda a la creación de este hábito el tipo de trabajos que mandamos sobre los libros. Creo haber defendido anteriormente que la finalidad de la lectura placentera es que lean y adquieran gusto por hacerlo ¿para qué, entonces, un trabajo tedioso? En nuestro afán fiscalizador (dicho sea sin acritud) damos más importancia al trabajo sobre el libro, que al hecho de que lo hayan leído, que es realmente lo importante ¿no?. 



Las fichas de lectura al uso son insulsas y los trabajos más extensos son tediosos y poco atractivos. En mi experiencia me he encontrado con “mercados negros de fichas”. Si hay que entregar ocho fichas por evaluación y sólo tengo cinco...”Te cambio estas tres que tengo

por tres tuyas que me faltan”. En cuanto a los trabajos, todos sabemos que leemos copias de lo que circula por la red. Soluciones “ingeniosas”: suprimir la posibilidad de que los hagan utilizando el ordenador, así por lo menos tienen que copiarlo a mano. Lo que es innegable es que si utilizamos la tecnología para perpetuar una metodología obsoleta no estamos consiguiendo ningún avance. Quizás deberíamos plantearnos trabajos de lectura más creativos y atrayentes.



Si queremos desarrollar el espíritu crítico tenemos que dar opción a ello. Creo que el debate se muestra como el método más eficaz para contrastar ideas y exponer argumentos, pero siempre teniendo en cuenta que los alumnos son los protagonistas y que debemos debatir

sobre lo que ellos han extraído como conclusión y no forzarles a que vean lo que nosotros queremos que vean. Hay que ser muy sutil para abrir su campo de visión.


Sé que no podemos disociar la lectura de la redacción, pues gran parte de aquella tiene como finalidad fomentar ésta. Así pues, que las conclusiones del debate se plasmen en un informe escrito se convierte en un ejercicio imprescindible.

Aunque el título parezca pretencioso, es un anhelo de todo el sistema educativo. Creo que los intereses de los diferentes estamentos es distinto pero los que me mueven a mí son los que expreso en el encabezamiento.


¿Puede un alumno de primero de la E.S.O. disfrutar leyendo? ¿Por qué no? Me gustaría abordar dos aspectos imprescindibles en este tema: El hábito lector y la lectura expresiva (el más olvidado).



El fin de crear un hábito lector se ha convertido en un reto para la escuela, la administración y los profesores. Según dicen las teorías pedagógicas en curso, los hábitos se adquieren con la rutina. Aparece aquí un binomio que no sería capaz de cuadrar ni el mismísimo Gianni Rodari: Placer-Rutina. Nos pongamos como nos pongamos, esto no hay por donde agarrarlo. Nos empeñamos en que nuestros alumnos lean cueste lo que cueste (¿pedagogía del esfuerzo?). Creo que en ocasiones hacemos esto más por mérito propio que por beneficio ajeno.

Lectura Placentera

“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria" Jorge Luis Borges

“Es un buen libro aquel que se abre con expectación y se cierra con provecho”. Bronson Alcott.

Propuestas para la lectura placentera

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